martes, 26 de junio de 2012

Una hoja en blanco

          Aquí estamos, una vez más, tú y yo, frente a frente. Titánico coloso al que todos alguna vez nos hemos enfrentado, ignorantes esperanzados en conseguir tan solo atizarle un certero golpe que le haga tambalearse. Esperamos contra las cuerdas, cansados, rendidos ante la imposibilidad de conseguir dañarle lo más mínimo, aunque nos conformamos con pensar que le podremos ocasionar un pasajero rasguño. No tenemos nada que hacer, la batalla está perdida de antemano, y lo sabemos. 

            Sin embargo, ahí seguimos, delante de aquel papel en blanco, con un bolígrafo como única arma y la imaginación como fiel consejera, gran conocedora del peligro inminente. Entonces empiezas. Borras, tachas, piensas que es una tontería, que no tienes nada que decir y contemplas la posibilidad de arrugar el papel, como siempre deseaste hacer con muchos momentos de tu vida, y tirarlo a la papelera. Nunca nada ha sido tan sencillo. Vuelves a empezar. "Venga, seguro que puedes hacerlo, antes lo hacías" te dices, consciente de que te engañas, pues bien sabes que no es momento para escribir. No tienes ganas, no saldrá nada de esa mano que ha perdido el rostro al que acariciar cada noche. "¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué no puedo escribir?". Estas preguntas se van apoderando poco a poco de ti, y todo pierde el sentido, si es que alguna vez lo tuvo.  Entonces, cierras los ojos, te dejas llevar por la música que empieza a sonar en tu cabeza, en un vago intento introspectivo en el que confías encontrar dentro de  ti las respuestas que nunca tuviste, ni tendrás, a las preguntas que siempre te has hecho. Igual, con suerte, te percatas de que todo se reduce a eso, a que las cosas han perdido el sentido. "Pero, si nada tiene sentido, ¿para qué escribir? No merece la pena". Aunque ahí sigues, imperecedero luchador que confía en poder ordenar las cosas dentro de sí,  ciegamente ilusionado en que ello ayude a que las palabras se sitúen, como dormidas, suavemente sobre el papel en blanco. Pero no pasa, y empiezas a cansarte. Cierto aire melancólico, taciturno, se apodera de ti, comienza a correr por tu cuerpo llegando a lugares para ti desconocidos y, ahora sí, te percatas de que es mejor dejarlo, primero debes ordenar ese desordenado baúl que tienes por cabeza.

             Comienza una tarea tan o más difícil que la anterior, necesaria como pocas para que todo comience a ser como realmente quieres que sea, imprescindible para que las palabras vuelvan a fluir entre esos dedos que han recuperado las curvas de un cuerpo en el que perderse. O tal vez no, quizás tus manos necesitaban situar tu cuerpo, situarte a ti dentro del mundo, tener entre ellas el papel que te ha tocado interpretar, sabedoras de que es un guión en blanco que debes ir llenando con esas palabras que nunca te salieron, y estás seguro de que esta vez no será una excepción, cuando te enfrentas a una hoja en blanco.

             Vuelta a empezar.


Gueky

domingo, 17 de junio de 2012

Dicotomía

Esta va de definiciones, no sé si seguiré haciendo cosas parecidas, o si me cansaré de esto (advierto que es lo más probable). Me gustaría decir que mi musa (sí, una de esas tías griegas en bolas, maciza y con ganas de sexo) me ha inspirado en esta entrada, pero he de reconocer que fue Escri (que también tiene su puntillo, pero no es lo mismo). Así que esta va en honor a él y su constante intención (y deseo) de escribir algo así como un manual de filosofía para tontos (sí, sí, sí, los tontos sois vosotros, iros enterando. ¡Qué no vuelva a tener que repetirlo!).

Una dicotomía, como todo estudiante que de filosofía del lenguaje sabrá (esto es un farol, ninguno tenemos ni puta idea de lo que es, de hecho yo acabo de mirarlo en Wikipedia), designa un par de conceptos complementarios (como ya he dicho, es la definición que da la citada "enciclopedia"). Como soy consciente de vuestras dificultades y comprendo que procesar dos palabras como "concepto" y "complementario" dentro de una misma oración os cuesta, lo voy a hacer sencillito (a ver, para el de la última fila, "par" es eso que dices cuando lo echas a suertes y siempre pierdes porque ha salido un 1, 3, 5, 7 o 9, porque no tenemos más dedos en las manos). Vamos al lío (no, ese tipo de líos no, guarrillas). Y vuelvo a las preguntas, es que me gusta repetirme, ya lo sabéis los que me conocéis.

¿Mortadelo o filemón? ("A mí me gusta la que lleva aceitunas", anda y relee lo que acabo de escribir). ¿Bolígrafo azul o negro? ("Yo es que uso el rojo". Bien, veo que tu ceguera no es de tanto masturbarte). ¿Cómo conocí a vuestra madre o The Big Bang Theory? (La historia de mis hijos desperdigados por el mundo ya os la contaré otro día). ¿R2-D2 o C3PO? (Por vosotros, nuestros lectores más freaks). ¿Francés o griego? ("¿No se pueden los dos?" Sí, se pueden, pero no a la vez. Cuestiones de anatomía humana básica. Bipénicos abtenerse). ¿Frege o Russell? (Ésta sí va por vosotros filosofillos del lenguaje). ¿Durex o Control? (Sé que todos preferís no usarlos, pero no entraremos en la polémica). ¿Libro o película? (No intenten contestarlas quienes piensen que "A tres metros sobre el cielo" es literatura).

Y ya está, ahí me quedo con los ejemplos, no me apetece pensar más, que demasiado tiempo he empleado en tratar de explicarlo, aún a sabiendas de que llegados a este punto seguís sin entender algo.

Sin saludos ni mierdas,

Gueky.


viernes, 15 de junio de 2012

Tutorías: teoría y práctica

¡Buenas tardes queridos lectores! Queridos y no tan queridos, se entiende, que a los que no os conozco no creo quereros, aunque, ¿quién sabe? ¿No es el amor la manera de conocer las cosas de manera objetiva y sin prejuicios? Por vuestro bien y por el mío, me dejaré de filosofadas por ahora, que lo que vengo a contaros está más bien dentro del ámbito propiamente universitario. Veamos. Tutorías.Teoría y práctica. Vamos allá.

  ¿Qué es una tutoría?Cuando llegas a la universidad y el primer profesor en la primera presentación de la primera asignatura dice "mi horario de tutorías es de tal a cual hora, estaré en el despacho __" tú te preguntas para qué diablos quieres saber eso, qué te importa a ti saber a qué horas está ese señor en el despacho. Pues bien, querida PetaZeta del pasado, era de vital importancia. Deberías haberlo apuntado. Luego alguien te dice realmente para lo que son: contestar dudas, pedir bibliografía (¿bibliografía?, pensaba yo, ¿no es suficiente con los apuntes? oh, pobre ilusa e inexperta).

 Luego de saber cuál es la utilidad de las tutorías debes proceder a pedir una. Aquí ya se diferencia dos tipos de alumnos:

 -Alumno de tipo A: Sin dudarlo a la primera duda va a la tutoría a preguntar. es su derecho como alumno y la obligación del profesor ayudar a saciar tu sed de conocimiento. Muy bien , alumno de tipo A, aprobarás lógica I y probablemente la II también gracias a esas pequeñas aportaciones, además te conocerán y eso influirá en tu nota de actitud. Chapó.

 -Alumno de tipo B: ¿Pedir una tutoría? ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza! ¡Va a pensar que no sé nada! Se reirá de mí, seguro. No, ni de coña la pido. No puedo, no puedo. Muy mal, alumno de tipo B, eso está mal. No sabrán quién eres, no te enterarás de los matices y tendrás que acabar pidiendo consejo y explicaciones a los alumnos de tipo A (desde aquí mi más profundo agradecimiento de los alumnos de tipo A que han tenido que aguantar mis preguntas sobre cuestiones elementales, gracias de verdad).

 A ver, hasta aquí esta es la parte teórica de las tutorías. Te enteras de lo que es, pides una (a veces esta fase se prolonga hasta segundo o tercero de carrera), el profesor te ayuda y todos contentos.

  ¿O no?

Ahora, queridos lectores, comienza la parte práctica. Aquí me centraré más en lo que vienen a ser las tutorías de Filosofía, ya que como es parte práctica mi conocimiento sólo se basa en mi experiencia como alumna de filosofía(parece una perogrullada, pero habrá gente que comprenda este matiz).

Hay algunas cosas que debemos tener en cuenta cuando vamos a pedir una tutoría:

 - Es recomendable mandar antes un correo al profesor o advertirle en clase, ya que no suelen estar en su horario de tutorías. Mil veces ha pasado y pasará que estés esperando ansioso a que llegue justo la hora a la que empiezan sus tutorías y cuando llegues no habrá nadie. Eso es así. De hecho, a veces incluso has quedado con el profesor y no, tampoco está. Los profesores son individuos libres, así es su naturaleza.

 -Tienes que tener claro lo que vas a preguntar o decir, quedarse en blanco siempre será una opción, pero ya depende del humor del profesor lo brusco de su "me estás molestando, dime que pollas quieres ya, que tengo el sudoku a medias".

 Una vez superadas estas dos cuestiones procedamos a meternos en el despacho. Es muy pequeño, puede desde hacer un frío de cojones hasta oler a Pachuli. Normalmente estás incómodo y quieres acabar lo más rápido que puedas. Entonces haces tu pregunta, tu consulta o lo que demonios quieras. Y el profesor empieza a hablar. Y entonces toda tu atención recae en sus objetos personales. Sí, nuestros profesores tienen objetos personales por todo el despacho. Dibujos de sus niños, alguna foto por ahí, cuadros, publicaciones firmadas de colegas, lo que sea te va a llamar más la atención que lo que esté diciendo en ese momento (lo cual, recordemos, era lo que querías consequir yendo allí: esas palabras que estás ignorando). Puede pasar que entre en este momento otro profesor y se pongan a hablar alegremente, contando sus asuntos y sus proyectos mientras tu te esfuerzas por retener cada palabra que sale de sus bocas. Cuando se marche, proseguirá con su explicación y tú proseguirás mirando sus cosas que no deberían importante lo más mínimo.

 Acaba la tutoría, te pregunta "¿Lo llevas ahora más claro?" y tu asientes sin saber muy bien qué te ha explicado, pero con un montón de información nueva sobre las vidas de tus amados y admirados profesores, que, al fin y al cabo (y no sé cómo nos sorprende), son personas.

 Y entonces vas a la cafetería y comienzas: "¿Sabéis que tiene dibujos de sus hijos en el despacho? Es tan mona..."


PetaZeta

La biblioteca. Normas de uso



Antes de ir al asunto, Wikipedia está que arrasa desde que esto está abierto. Igual le pedimos que nos promocione y todo.
Me encantan las últimas entradas sobre todo un poco, pero yo, como soy una persona mucho más estructurada, organizada y responsable (me encanta poner estas cosas en el blog, porque todos aquellos que no me conocéis pensáis que es cierto... y los que no os reís viendo como me tiro el pisto... esto es genial)
Como no sabía muy bien cómo explicaros de qué va estudiar en la biblioteca (chanchanchaaannnn) (eso era música tétrica) (en serio), pero es que es tan... es un problema de campo. Sé que a los filósofos se nos tacha de que estamos en las nubes, de que nunca nos centramos en los problemas del día a día, que los problemas que planteamos no son relevantes, blablabla.... Todo esto lo decís porque no habéis estado estudiando con nosotros. Para nosotros lo que estudiamos representa un antes y un después en nuestra concepción del mundo, de nosotros mismos y de nuestro futuro en la filosofía, como explicaba antes Gueky. Imaginaros cómo nos sientan las bibliotecas.
Seguís vivos porque nos creemos toda esa mierda de los contratos sociales que nos vendió Rousseau, que sino...
Para explicarlo mejor, he decidido poner casos prácticos. Creedme, os sentiréis identificados:

Caso práctico nº1: Imaginaos, por un momento, que habéis subido a la facultad decididos a tener un día productivo. Te levantas a las 6.30 de la mañana porque tus padres son unos enamorados de las afueras y eso, siempre, siempre, siempre, lo pagan los pobres hijos. Llegáis a la facultad, os metéis en la biblioteca (que está vacía, porque a las 8.30 no sube nadie ni que le pagues... porque no tienen unos padres enamorados de las afueras, claro) y comienzas a estudiar "La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." Se abre la puerta de la biblioteca, echas la mirada de suricato de turno, porque es inevitable: 3 amiguitas muy arregladas y muy risueñas. MALO. Veréis, cuando uno va a la biblioteca a estudiar, pero a estudiar de verdad, no se arregla, porque te tiras todo el día sentada en una silla que deja de ser cómoda a los 10 minutos y pasando un calor/frío de cojones, por lo que vas comodita porque sabes lo que te espera. Así que, cuando vienen arregladas, malo porque no van a estudiar, y, como sólo estás tú en la biblioteca, no tienen por qué hablar bajo:
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
-Pues ayer me llamó
-¿Y qué te dijo?
-De vernos el jueves, pero tía, es que justo ahora, en exámenes, con lo liada que estoy
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
Vibra el móvil con una fuerza que yo no entiendo qué diferencia hay entre ese gruñido y tenerlo con sonido.
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
-¿Viste ayer "Mujeres y hombres y viceversa"?
-Sí tía, qué fuerte lo de...
"La voluntad en Schopenhauer dice que las puedes matar, para que dejen de sufrir" 

Caso práctico nº2: Mismo sitio, horas (y crispación) más tarde. Otra chica arregladita de estas, pero peor. ¿Peor? Peor. Tacones. Que yo siempre me pregunto: ¿tacones para qué? ¿qué coño vas a hacer en la biblioteca? ¿cambiar las bombillas? ¿bailar tango? ¿ir a dar una conferencia a Oxford? (son de las pocas situaciones en las que pienso que es lógico y normal llevar tacones... bueno, en lo de Oxford es opcional) No, se van a pasar todo el puto día sentadas en una silla, como tú, pero no como tú, porque van a estar haciendo cosas con las piernas que no entiendes, y, lo que es peor (lo que es el puto infierno): van a estar dando vueltas de un lado para otro TODO el rato que tú intentes estar tranquilamente estudiando. Palabra de filósofa.
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
Tiquitiquitiquiti (así suenan los tacones en mi cabeza, os jodéis)
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
- Oh vaya, aquí no está
Tiquitiquitiquiti
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
- Creo que es este libro
Tiquitiquitiquiti
"La voluntad en Schopenhauer es un concepto..." 
- Vaya, pues no, no es
Tiquitiquitiquiti
Y así hasta que piensas en 4 ó 5 formas de hacer que pare (unas cuantas de ellas son actos violentos que tienen como resultado que sus tacones obstruyan algún orificio vital... o todos) y, cuando crees que no puedes más, va y le dice a sus amiguitas:
-Hacemos un descanso ¿no? que nos lo hemos ganado
Sí, chica, ve y pide isotónica, que con todo lo que has andado hoy, le podrías haber dado la vuelta a la ciudad 50 veces.

Y hasta aquí mi resumen de la biblioteca por hoy. Seguiré retransmitiendo todos esos momentos que sacan lo peor de mi en la biblioteca, supongo, o no, porque como ya sabéis soy de estas personas que se organizan y toda esa basura que le gusta a las madres, así que no puedo garantizar nada.

Saludos.
Polilla.

¿Por qué filosofía?

Maldita pregunta. ¡Cuántas veces la habremos escuchado! Al principio molestaba, da un no-sé-qué eso de hacer filosofía, no se puede evitar ese miedo inicial. Pero poco a poco la hemos ido cambiando, hasta convertirla en un ¿por qué no? (esto de hacer preguntas, como habréis ido viendo, es mucho de filósofos, nos gusta hacerlo, pero no acostumbramos a contestarlas. "Pues yo conocí a uno que sí las respondía" Pues ese no era filósofo, era un gilipollas, y tú... tú otro gilipollas. Manía de tocar los cojones). 

Pero bueno, que no iba yo a eso, ya no recuerdo a lo que iba (también muy filosófico). ¡Ah ya! Iba a comentar algo, por eso de que estamos en fechas de exámenes, que suele pasarnos como estudiantes de filosofía (no sé si algún día podré afirmar que soy filósofo). Por raro que os pueda parecer, no somos ermitaños, lo del mito de la caverna no era más que eso, un mito (lo sé, es casi tan "hipermegafuerte" (añádasele la voz de pija para que gane realismo) como aquella vez que Belén Esteban dijo tres palabras seguidas coherentemente), no vivimos aislados de la sociedad (aunque he de reconocer que visto lo visto tampoco estaría del todo mal) y, solo a veces, estudiamos en bibliotecas donde hay más gente estudiando (el que los considere personas es un detalle por mi parte, lo sé, pero es que hoy estoy cordial). Pero es que, ¿cómo vamos a tener ganas de estudiar a vuestro lado si menospreciáis lo que hacemos, o tratamos a duras penas hacer? "No hacéis nada, eso es muy subjetivo", "¡Qué pocos folios, así aprueba cualquiera!". ¿Veis como fui bueno al llamaros solo gilipollas? (Sí, me quedé corto). Intentaría explicarlo, de verdad que lo intentaría si no supiese que es una empresa inútil, que no llegará a buen puerto, que no conseguiréis comprenderlo porque nunca os pasará lo mismo (ojalá me equivoque, y esto sí que va en serio).

Vosotros, malditos papagayos, para quienes vuestras carreras no son más que un camino hacia una meta que en su día os pareció prometedora, vosotros que hacéis del estudio un medio y no un fin en sí mismo (un +10 para quien haya comprendido esto, si vais a conserjería os lo convalidan por créditos de libre), vosotros para quienes los exámenes son verdaderas agonías porque no os gusta una mierda lo que estudiáis, ¿cómo vais a comprender lo que suponen para mí esos "poquitos" folios? Vosotros, acostumbrados a aprender para olvidar, para plasmar en un folio, durante una, dos o tres horas, vuestros "conocimientos" y luego borrarlos a  golpe de alcohol, ¿cómo pretendéis comprender lo que supone vivir con las preguntas, sin respuesta, que se me van planteando día a día, desde primero, en cada uno de esos poquitos folios? Sí, también nosotros estudiamos para pasar el examen, es importante hacerlo, y los contenidos se nos olvidan como a vosotros (mucho menos, está claro, no me voy a rebajar tanto), pero el problema viene cuando aquello que has aprendido, que te has cuestionado, no se quiere separar de ti.

¿Qué haces cuando dejas de estudiar filosofía y pasas a vivir la filosofía? ¿Qué sucede cuando tu vida se convierte en todo aquello que llevas aprendiendo? ¿Cómo impedir que las preguntas se necesiten unas a otras y absorban todos y cada uno de los momentos de tu día? ¿Qué haces cuando no puedes desconectar de lo que estudias, cuando nada cobra coherencia y la pelota, tanto en tu mente como en tu estómago, gana consistencia y tamaño?

Por eso a nosotros no nos importa pasarnos apuntes (sí, los apuntes se pueden pasar sin cobrarlos, sin pedir nada a cambio, ni nada por el estilo, así de locos estamos) y nos ayudamos, intentamos resolvernos las dudas, no mentimos sobre las horas de los exámenes y hasta avisamos si alguien no entregado una práctica para que lo haga rápido y pueda aprobar. Igual sí que estamos locos (seguramente eso os consolaría, pensar que lleváis la razón, como si fuese tan fácil, pero tampoco os voy a pedir más).

Y todo este tostón de palabras que intentan tener coherencia y significado, que la mayoría ni habéis llegado a leer, por eso de que hoy hemos tenido un examen. Sí, también nos importan las notas, a unos más que otros, pero da igual lo que saquemos, seguiremos siendo amigos (joder, la verdad es que sí que somos raros). Aún así, somos capaces de estar en el examen nada más que físicamente, intentando, en los descansos entre nuestros pensamientos personales, nuestras idas y venidas de ideas alocadas y poco recurrentes, escribir algo sobre lo que hemos estado estudiando los últimos días (tampoco nosotros llevamos las cosas al día).

Y el examen no ha acabado, a pesar de que esté entregado el folio, el examen ha pasado a formar parte de nosotros, en un intento inútil, en un esfuerzo que seguramente no tenga una gran recompensa, en un constante ir y venir en el que intentamos hacer de nosotros buenos actores de este teatro que es el mundo (esto es un pequeño regalillo para los que sabéis algo de Schopenhauer y el barroco, ya me entendéis).

Un saludo (aunque no os conozco, ni ganas que tengo),

Gueky.

miércoles, 6 de junio de 2012

Reunión en la cumbre


Querido lector, si sigues este blog y no eres de filosofía, te mereces una entrada, soportar a un filósofo no es fácil. Al principio todo parece normal, después de todo, los filósofos somos personas normales, que vestimos de forma normal (para más información ver entrada de Campanilla), y hacemos cosas normales. Lo que nos diferencia es la forma en la que hacemos esas cosas normales.

Un día en la vida de un filósofo es algo completamente normal:
Se despierta, desayuna, va a la facultad, charla con la gente, da clase, en el intercambio suele ir a cafetería, a la mesa de siempre, a que desayunen los de siempre, que además desayunan lo de siempre, quizás hasta se ponen a hablar de lo de siempre. Por la tarde suelen hacer las cosas que cualquier otra persona haría, pasa apuntes a limpio, ver series, películas, quizás escribir, cenar, el filósofo finalmente se acuesta y espera un nuevo día de lo más normal.

Pero si eres capaz de soportar al filósofo, entonces sabrás que detrás de todas esas acciones casi mecánicas se esconde un mundo realmente complejo (véase E. Morin: El Método ya citado en entradas anteriores).

El filósofo se despierta, sí, pero lo hace teniendo un motivo, AKA impulso vital (para más información ver hashtag  #tengounmotivo), y desayuna, pero lo hace mientras su mente divaga acerca de cualquier cuestión que se le presente a primera hora, si tiene sueño, lo hará sobre que tiene sueño, si tiene trabajos, lo hará sobre esos trabajos, y si está escuchando de fondo las noticias su mente será capaz de aportar ideas y soluciones que realmente merecen ser escuchadas, pero que tristemente apenas tienen cabida en una sociedad como la que vivimos.

Es entonces cuando el filósofo va a la facultad, (psicología, que no se os olvide, ver entrada de Sam para más información), pero para llegar a su clase tiene que pasar ya por un montón de pruebas: en primer lugar, cargar con la soberana cantidad de apuntes y libros que manejamos, las filósofas no nos podemos permitir el lujo de llevar minibolsitos a clase, nosotras llevamos mochilas llenas de libros (cara de Hulk); en segundo lugar tenemos que ir alerta, no vaya a ser que Paco nos encuentre (Paco es un señor que se dedica a mandar a la gente al infierno, no le tiembla la voz al hablar de Satán y del Juicio Final, sería necesaria otra entrada para hablar de él); y por último, y casi lo peor de todo, sobrevivir al microinfarto que te produce encontrarte a alguien con textos en sus manos: ¿QUÉ HABÍA QUE LEERSE? , ¿QUÉ RESUMES?, ¿HAY QUE ENTREGARLO?

Tras recuperarse de ese microinfarto toca dar clase, algo normal en la vida de cualquier persona normal, pero como he dicho antes, a los filósofos nos gusta hacer las cosas de forma especial, y eso no excluye a los profesores, nuestras clases no son como las del resto, en nuestras aulas se esconden los más curiosos seres, desde Indiana Jones hasta Hagrid, pasando por Lara Croft versión “señoras que...”

En cuanto a nuestro tiempo libre, aunque a veces parezca que no tenemos, sabemos como encontrarlo, hacemos cosas de todo tipo, cosas de personas normales, pero de nuevo, a nuestra forma:

EJEMPLO 1: Ver series, esta misma mañana he visto un capítulo de Big Bang Theory cuando de repente, lo han hecho, primera frase: “QUIERO CREAR UN ROBOT AL QUE TRANSFERIR MI CONCIENCIA”. Mi hermana se ríe, pero yo no puedo hacerlo… ¿es realmente POSIBLE?...pero ¿qué tipo de posibilidad?.... ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA? ¿Qué tipo de lenguaje manejaría? ¿Cómo sé que tiene conciencia?
Es entonces cuando te ves atrapada por un bucle de preguntas sin respuesta, tu mente se pliega y cuando abres los ojos sólo ves Barroco.

EJEMPLO 2: Salir con amigos. Amigo X dice “¡Eh! Creo que aquí ponen buenas tapas”. El amigo filósofo no va a poder evitarlo, si está de mal humor y con hambre digievoluciona hasta soltar su “¿Pero es creencia justificada y verdadera? Porque si no posees conocimiento yo paso de hacerte caso, ¡infeliz!, aunque por otro lado… ¿una creencia justificada y verdadera supone conocimiento?...¿y si tal profesora tiene un coche que yo creo que es suyo, tengo buenas razones para creerlo pero resulta que es de otro profesor?...¿y si tengo casualmente monedas en mi bolsillo al igual que tu y alguien dice que quien tiene monedas en el bolsillo tiene el trabajo y yo creo que eres tu pero podría ser yo?...¿y si hay un perro que muerde a Pirrón pero tiene la creencia de que no existe? ¿Existe el perro? ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? ¿Existen las gallinas?...”
Con suerte tus amigos no te habrán asesinado y tirado a un pozo.

No obstante, lector no-filósofo, los filósofos somos buena gente, en el fondo sabes que el mundo no sería tan divertido sin uno a tu lado, si lo deseas puedes hacer la prueba:

Supón que en cualquier otra parte del universo hay un planeta exactamente como la Tierra en casi todos los aspectos al que nos referimos como “Tierra Gemela”, en ese lugar existe también un gemelo de cada individuo, aunque quizás su composición química fuera algo distinta a la nuestra, pregunta por alguno de nosotros, ¿nos cambiarías por esos gemelos?






NOTA: algunos de mis allegados han contestado a la última pregunta afirmativamente, pero por favor, omitid ese tipo de respuestas, que el blog todavía está empezando y necesitamos promocionarlo, no provocar la respuesta contraria.



Lucía C. G.

martes, 5 de junio de 2012

Aquellos inocentes estudiantes Out-going. Cap. 2


BESANÇON. ME VOY AL PUÑETERO BESANÇON.

Una vez aclarada la cuestión de dónde carajo me voy de Erasmus, continuo la serie “Aquellos inocentes estudiantes Out-Going”. Como ha dicho mi compañera Cheshire, esta serie sobre el suceso paranormal llamado Erasmus lo escribiremos entre las 2. Después de dar la chapa con el Erasmus en clase, cafetería y alguna que otra red social, nuestro querido blog no podía quedarse fuera de la terapia de grupo (Hola, somos Cheshire y Sam y nos metimos en el Erasmus…)

Capitulo 2: Erasmus, una visión filosófica

Hasta ahora nuestro proceso Erasmus se ha dividido en 2 fases: “He decidido irme de Erasmus, el curso que viene va a molar tela, me quiero ir ya” y “Quien coño me manda meterme en un Erasmus, yo no me entero de nada, estos papeles a quien y cuando se mandan”. Este visión dualista de la realidad, queridos lectores, ha sido creada por la sociedad y la reunión de Febrero sobre el proceso Erasmus (Cheshire ya os habló de esta reunión). Hagamos un experimento mental de esos que nos van a los filósofos. Si digo “ERASMUS”, ¿en qué pensáis? Exacto: Una experiencia preciosa, viajas, conoces gente, bebercio, y los maravillosos césped de las típicas fotos. (Idealismo) Esto es lo que nos vende la sociedad, y lo que nos vendió la reunión Erasmus de Febrero. Nosotras mantenemos la esperanza de que en unos meses esto se actualice. (Si estas pensando en cosas 2.0 NO eres filósofo o NO has aprobado Antigua 2: Aristóteles.)

Tras aquella maravillosa reunión de Febrero (de la cual sales convencida de tu decisión), tras el complejo proceso de elección de un destino (Mail-respuesta verídico de la Universidad de Londres: “¿¿Cómo?? ¿¿Que has solicitado plaza en nuestra universidad?? Esperamos que puedas modificarlo, porque el curso que viene no se cursa nada de Filosofía aquí”), tras la adjudicación de tu destino y aceptarlo… llega… ¡¡¡TUNTUN!!! La elección de asignaturas y la segunda reunión Erasmus. O en términos filosóficos, la salida de la caverna, la realidad frente a ti sin más. (Realismo)

Respecto a las asignaturas, después de muchos paseos a la Facultad de Letras  (el asesor encargado de ayudarnos en este proceso es como el Rey, figura representativa que firma cosas) optamos por elegir las más parecidas a las que haríamos aquí. Porque total, llegaremos a nuestro destino y habrán cambiado horarios y contenidos, y tendremos que cambiarlo todo. (Realismo moderado)

Respecto a la última reunión informativa me limitaré a citar:

“La beca serían 150 euros al mes… si os vais nueve meses pues sale... em…a ver... bueno… total, aquí somos todos de letras, ¿no?” Coordinadora del aspecto económico del Erasmus. Nada más que añadir.

“Si os pedimos el número de cuenta bancaria, y nos dais el numero de la tarjeta de crédito… lógicamente no os llegará el dinero de la beca. Ha habido casos. Muchos” Te empiezas a cuestionar si la Selectividad es una prueba fiable para el acceso a la Universidad.

“Bueno, por lógica debería ser así, pero aquí no podemos guiarnos por la lógica” Misma coordinadora de antes respondiendo a una pregunta. Esto supuso un momento crítico para Cheshire y para mi, en el cual nos planteamos salir de allí, comprarle un Diez Calzada (y de paso una calculadora) a la coordinadora, dejarlo en la mesa y salir de nuevo sin decir ni media palabra.

“Vaya fraude de Erasmus, nos dan una mierda de beca y te lo tienes que pagar tu todo… ¿pero esto qué es?” Alumno que quiere vivir del cuento, indignado tras la reunión Erasmus. (Idealismo radical)

Pues bien, este es el tipo de gente que coordina y solicita el Erasmus. Seguro que ahora entendéis lo de “quien me manda a mí...”

Seguiremos informando,
Sam Bouvier.

PD. Nota aclaratoria para los profanos en la materia: El Diez Calzada es el manual de Lógica que todo filósofo tiene en su casa, junto con otros manuales que no ha vuelto a tocar desde que aprobó la asignatura en cuestión. Si te has dado por aludido con lo de Aristóteles deberías cerrar el blog y coger el Reale, haz el favor.

PD2. ¿Alguien sabe por qué la imagen de fondo de nuestro blog es una lavadora? No podía aguantarme más esta duda existencial…

Aquellos inocentes estudiantes Out-going. Cap. 1


Buenas tardes,
Hemos decidido, Sam y Cheshire, llevar a cabo este proyecto en conjunto. El proyecto es dedicado a hablar de un fenómeno paranormal (en el sentido estricto de la palabra) que está haciendo de nuestras vidas de estudiantes de filosofía una verdadera odisea: El Erasmus.
Debido a la complejidad y extensión de la cuestión hemos decidido contar los sucesos ocurridos en distintos capítulos, hasta que acabe todo el proceso. Llegará un momento en cada una se marche a su universidad de destino, nos convertiremos en “estudiante in-coming” y la historia se dividirá en dos. Pero hasta entonces, compartiremos, en la medida de lo posible, nuestras aventuras en pareja como estudiantes “out-going”. Espero que lo disfruten y se diviertan.

Capítulo 1: El comienzo.
Empezaremos por el principio: La facultad de filosofía y letras se caracteriza, en contra de la de arquitectura, psicología, traducción, derecho… en que se compone de más de una carrera. Dentro de filosofía y letras se estudia: antropología, historia, historia del arte, diversas filologías (de cuyos nombres no tengo porqué acordarme) etc, etc, y FILOSOFÍA. Ello no implica que filosofía se estudie dentro del edificio de la facultad de filosofía y letras, sólo que pertenece a esa facultad (para entender la diferencia entre UNIVERSIDAD y edificio de la universidad ver: Ryle (1949) “El mito de Descartes” en El concepto de lo mental.)
Para organizar todo este sistema complejo existe un ente incognoscible llamado “coordinador”  y una serie de “asesores” que, se supone, deben llevar a cabo la tarea de mediador entre alumnos y coordinador.

Cuando uno entra dentro del plan de movilidad Erasmus se le nombra “estudiante out-going”, título con vigencia durante el proceso de estancia en la Universidad de Origen, y se le informa de que se convertirá en estudiante “in-coming” durante su estancia en la Universidad de Destino, donde ya le llaman a uno “in-coming”, de modo que lo primero que hay que hacer es “aprenderse de memoria la página web de la universidad de destino” teniendo en cuenta que tú allí eres “in-coming” y no “out-going”. Pero, por supuesto, tienes que decidir cuál quieres que sea esa Universidad de Destino, y lo tienes que hacer según los destinos que se ofertaron el año pasado, es decir, los destinos en los que están los actuales estudiantes "out-going", que no tienen porqué ser los mismos que los del año que viene, ni, siendo los mismos, tienen porqué exigir las mismas condiciones. Para elegir tienes tres opciones:

  1. Preguntarle al asesor qué te recomienda. (Posición dogmática)
  2. Enviar correos a todas las universidades de destino para saber en cuáles hay y en cuáles no hay acuerdo. (Regresión al infinito)
  3. Esperar hasta saber cuáles son los destinos que se ofertan y decidir, teniendo que mandar correos a todas las facultades que se ofertan para preguntar las condiciones, en un plazo mucho más reducido. (Circularidad que lleva a una regresión al infinito)
Una vez que tienes las listas de las universidades de destino con los supuestos requisitos exigidos y/o recomendados, uno tiene que plantearse sus posibilidades económicas-intelectuales. Suele darse que las ciudades con más plazas son las más caras y viceversa. Resulta, además, que las exigencias de idiomas son orientativas pero no definitivas, de modo que pueden recomendarte un A2 en alemán para ir a Munich y que durante los últimos trámites del proceso (esto es, cuando ya has aceptado la beca y no hay vuelta atrás) recibas una carta en la que se te advierte de que no aceptan estudiantes “in-coming” Erasmus españoles con un nivel de alemán inferior al B2.
Pero centrémonos en el asunto. Llega Febrero y se convoca una reunión en la que nos cuentan lo maravillosa que es la experiencia Erasmus, con fotos de modelos rubios y ojos azules tomando café y helado en el césped de una universidad que no tiene nada que envidiar al castillo de Hogwarts: ¡Vais a aprender idiomas! Conoceréis gente nueva, veréis como se estudian vuestras carreras en otros países... Esto os va a abrir muchas puertas para vuestro futuro. ¡Pensad que, además, la universidad de Granada tiene mucha experiencia en este proceso y que os va ayudar en lo posible!... Y tú que eres estudiante “out-going” y un friki de Harry Potter te lo crees… MAL.
Eliges tus (no recuerdo cuantas) universidades de destino favoritas y esperas a que salgan las listas de selección. Uno va a apareciendo en distintas listas de aceptación según los puntos que tenga y las universidades en las que se le va aceptando. Una vez que apareces en la lista puedes aceptar reclamar o rechazar. Has aceptado, enhorabuena: Eres estudiante “out-going”. ¿Pero no lo era ya? NO. Lo eras en teoría, ahora lo eres en la práctica y es AHORA cuando empieza el verdadero lío. Pero esa es otra historia y no seré yo quien os la cuente…

Hasta pronto,
Cheshire cat.

lunes, 4 de junio de 2012

¿Qué es un filósofo?

¿Qué tienen en común: una máquina que piensa, un viajero en el tiempo, Santo Tomás de Aquino y un mono que escribe las obras completas de Shakespeare? Si la respuesta fuera: "nada en absoluto"; o más bien algo como: "Yo me llamo Ralph (mientras se pinta la cara)", entonces, mi estimado lector, está dejando claro que no es usted de filosofía. Sin embargo, si respondiera algo como "causalidad" o "intencionalidad" o, como culmen de los ejemplos, respondiera "¡Mierda, mierda! ¡No me jodas que Aquino entra en el examen!" entonces queda claro que ha escogido filosofía.
Y es que los filósofos somos así: complicados, extravagantes, complejos (para esto último véase Morín. E. El método, 2004). Usted sabe que discute con un filósofo porque nos gusta llevar las cosas a nuestro terreno y complicarlas al máximo. Esto podría clarificar a lo que me refiero:
-Uf, que tiempo tan malo hace... (afirma la persona no-filósofa)
-Por cierto (afirma el filósofo)
-Pues siempre que el tiempo ha estado así llueve al día siguiente. Así que mañana todos con los paraguas (afirma el no-filósofo sin ninguna malicia)
-¡Es usted idiota! ¡Me niego a hablar con alguien tan burdo!
¿Qué ha hecho el pobre hombre para que se le trate de esta manera? Inducir, implicar conversacionalmente, afirmar sin pruebas que lo sostengan... Vamos, una calamidad filosófica. Somos así. No hay otra. Pero el filósofo no es sólo complicado, extravagante y complejo. El filósofo es además el tipo de ser humano más narcisista y creído de todos los profesionales. Nos hemos atribuido el origen de todo saber. Somos los padres de la lingüística, de las matemáticas, la física, la biología, la ingeniería, la educación, el deporte (como medio para un cuerpo sano), la medicina, etc. ¿Y que sacamos en claro de todo esto? "Sólo se que no se nada". Preciosa afirmación, pero mentimos. Vosotros sois los que no sabéis nada. Inútiles. Os creéis que estáis en posesión de la verdad y nadie posee la verdad. Menos nosotros, aunque decimos que no para hacernos los interesantes.
Pero, narcisistas hay en todos lados, ¿qué impulsa realmente a un filósofo a ser filósofo? Lo dicho antes. Somos complicados, nos gusta liar las cosas, pues todo tiene un trasfondo y tiene cantidad de palabras guapísimas para extraerlo. "Sin duda Dragon Ball es una visión hegeliana de que el espíritu absoluto se haya en una serie de esferas. Las esferas refieren claramente al concepto aristotélico de perfección. Además se distingue claramente como el niño salvaje, en tanto que se encarna en el papel de Goku, se va civilizando, pasando, clara y distintamente, como indica el método cartesiano, por las etapas que dicta Rousseau" ¿Realmente sucede todo esto en Dragon Ball? Esa pregunta sólo denota que sois una panda de ignorantes, así que no merece la pena ni responderla.
Bien, ahora analicemos las palabras tope guapas que usamos los filósofos.
*Espíritu absoluto: Es Dios, pero tan jodidamente enrevesao que podríamos deciros que es Paqui la del quinto que os sonaría cojonudo.
*Clara y distintamente: Lo que dijo Descartes. Es como cuando tienes a una tía en la discoteca y estas convencido de que le pones. Crees que hay algo realmente auténtico, pero para nada, no ves una mierda.
*En tanto que: Es la palabra más tope preferida del filósofo. No hay palabra más chachi. ¿Qué quiere decir? ¡Eso no importa! ¡Úsela! "Eres feo como un orco de Mordor en tanto que..." y listo. Sirve para todo y queda cojonudo sin importar lo que se diga: "Me voy a hacer un sandwich de sardinas con chocolate y alcaparras en tanto que es un sandwich riquisimo" ¡Todo el mundo querrá probar tu sandwich tan fetén!
Así que, si usa usted palabrejas raras, le gusta complicar las cosas y cree que su reflejo nunca podrá alcanzar su grandiosidad, hágase filósofo. No lo dude.

Atentamente, su amigo y vecino:
Escri

viernes, 1 de junio de 2012

Somewhere only we know


Bueno, por primera vez en la vida voy a ser sistemática: ya conocéis la fauna (gran introducción de los colaboradores de este blog, compañera Polilla), así que creo que es necesario y conveniente que conozcáis  el entorno en el que nos movemos. Por tanto, procedo.

Lo primero de todo, el edificio. Los de Filosofía no estamos en la Facultad de FILOSOFIA y letras. Repito: NO ESTAMOS AHÍ. Facultad de Filosofía y letras, si, y los de Filosofía al edificio de Psicología. Ajam, muy coherente, muy poco contradictorio. Estimada facultad, estimado Rector, estimada persona que organiza esta movida: nuestra relación va mal desde el minuto 1.
Situaos queridos lectores: Primer día de facultad, te has matriculado en Filosofía (contra todo pronóstico y contra todo consejo… este tema da para otra entrada, e incluso varias. Paso el testigo, compañeros), ¿¿donde buscas tu clase de Filosofía?? En Filosofía y Letras. Y como no sabes donde es la clase, preguntas. Y te responden. Y te dicen que vayas a Psicología. No, a ver... que yo soy de Filosofía, señora conserje. Que a la Facultad de Psicología dice. Pues nada, a Psicología. La cuestión es ¿Por qué? ¿¿No nos quiere ni la gente de letras?? ¿Somos unos híbridos entre ciencias y letras y no sabían donde meternos? ¿Somos unos parias y nos quieren lejos? Probablemente solo sea cuestión de espacio: en Filosofía se matriculan 4, y de esos 4 llegan 2 a 3º. (En serio, en las orlas nos hacen descuento. Si quisiéramos podríamos ir en taxi al sitio para hacernos la foto).  Y total, para 4 que somos, nos buscan aula en cualquier sitio. Así que nada, a lo más alto de Cartuja a dar clase.
Una vez situados en el campus seguramente pensareis: el siguiente lugar relevante para esta gente debe ser la clase. MAL. Pero diré algo sobre la clase. Hay 3 cosas básicas e imprescindibles que debéis saber sobre ella:
11)    Tiene balcón… ¡¡¡¡PERO!!! No lo usamos. Somos así de atravesaos. Nos hemos tirado 2 cursos quejándonos de las clases de 1º y 2º, y envidiando a los de 3º por tener balcón. Y cuando tenemos el deseado balcón, PASAMOS DEL BALCÓN. ¿Por qué? Pues porque queremos tener la decisión nosotros. O porque en invierno frio y en verano calor, la excusa de siempre y válida para todo.  
22)    La clase se divide en 2: izquierda y derecha. Esto ha sido así desde primero y lo seguirá siendo. Y si el primer día te sientas en la parte izquierda te seguirás sentando en la izquierda el resto del curso. Si por circunstancias ajenas a ti te sientas en la parte que no te corresponde te sentirás desubicado, desamparado, extraño, ajeno a ti mismo… un drama de 2 horas hasta que puedas volver a tu sitio y tu ser.
33)    Al igual que hay parte izquierda y parte derecha, hay filas. Podrás averiguar el grado de interés y/o aburrimiento que transmite una asignatura en función de los sitios que ocupemos. Primeras filas: pocas veces ocurre que ocupemos las primeras filas, pero ocurre. Últimas filas: Son como las salas de usos múltiples, se hace casi de todo. Leer textos que no hemos leído el día de antes, hacemos borradores de prácticas, lectura de libros, lectura de escritos varios ajenos a Filosofía, juegos reunidos (ahorcado, OSO, historias encadenadas). Dormir siempre es una opción válida.
Por último, y por ello más importante, la Psicocafeteria, la zona de la facultad que más pisamos. Cuando llegas a la facultad primero vas a la cafetería, porque seguro que alguien del grupo anda por allí. Si llegas tarde a clase, si pasas de entrar a clase, lo que sea, cafetería. ¿Han pasado 5 minutos y el profesor/a no ha llegado? Cafetería. En cafetería pasa de todo: tés de vainilla, cafés y tostadas, manchadas (MARICONAS para Polilla, leer introducción del grupo para entender esto), menús y platos combinados, tapas varias y las 2 últimas incorporaciones: tercios de Heineken a precio de saldo y una tortilla a las 11 y media. Con velas y todo. Mu bonica que nos quedó.
Y como no solo de pan vive el hombre, a cafetería se va por más razones. Podemos estar 10 personas en una mesa (la misma mesa de siempre, somos un pelín maniático-compulsivos, un amor de gente), y una única persona tomándose un café (normalmente Gueky, que el pobre no desayuna en su residencia, los recortes nos están afectando a todos). Es decir, que lo de desayunar/beber es, a veces, una GRAN excusa. Y diréis, cafetería, ¿qué mas haces en cafetería si no desayunas ni pides nada? De todo. Desde escuchar monólogos de Escri, buscarle pareja a la gente (últimos emparejados en “Filósofos, filósofas y viceversa”: Gueky y Cheschire Cat (no entre ellos, no somos tan endogamicos, emparejados con sus respectivos amados/as); en temporadas anteriores, Lucia C.G.), descubrir filias y fobias en los departamentos de Filosofía 1 y 2, y, sobre todo, replantearse la próxima clase (eterno dilema: ¿pero vamos a subir a clase? ¿Se queda alguien aquí? Que yo para subir solo no eh…)

Así que, si por lo que sea pasáis por Psicología (están buscando sujetos para experimentos continuamente, la vida da muchas vueltas así que no descartéis nada) y queréis reíros un rato, nada de pasar por la biblioteca, la clase o los pasillos: estaremos en la PSICOCAFETERIA. Nos reconoceréis porque veréis a 10 personas apiñadas en una mesa para 6, armando jaleo, con 4 conversaciones simultaneas y riendo, sobre todo riendo.

Hasta la próxima,
Sam Bouvier. 

Ensayos


He decidido dedicar una entrada a todos los ensayistas de filosofía de la mente. Hacer un ensayo empieza por escribir un borrador de 2000 palabras pensando sobre lo que dice un autor para que te lo devuelvan junto a una página repleta de correcciones escritas en rojo
Entonces es cuando comienza la agonía: Horas y horas pensando ¿cómo pienso? ¿Cómo piensa él? ¿cómo sé que piensa? ¿piensa? ¿pienso?... Y acabas en un escepticismo esquizofrénico que te lleva a hablar sola y acompañada y a machacar a individuos, a los que les dan igual cuantas preguntas sin respuestas eres capaz de formular.
Después de las horas de depresión  causadas por la cantidad de rojo, una decide convertir las críticas en constructivas y hacer una auténtica tesis filosófica que lleve, como siempre en esta carrera, a un mar de preguntas sin respuesta. Soy la clase de persona que finge que todo le da igual hasta que de verdad deja de darle igual: Soy la típica persona que hace lo que es útil para resolver un problema hasta que de verdad el problema le interesa y entonces escribe al profesor un correo enorme describiéndole su  esquizofrenia, para después pedir la primera tutoría de sus tres años de carrera y no atreverse a mirarlo a la cara cuando quiere plantearle sus dudas. Al final sales de la tutoría con más preguntas de con las que entraste y decides exponer tu tesis sobre si los robots piensan o no delante de esos filósofos  sabiendo que van a acribillar tu ensayo.
Después de molestar como una mosca cojonera a todos aquellos a los que les interesan otras asignaturas con conversaciones acaloradas sobre la capacidad mental de una máquina, expones durante un máximo de 10 minutos que, no sabes cómo, la velocidad de tus palabras convierte en unos 5, dejando 15 para que tus profesores, a los que les encanta escribir en rojo, te machaque. Surge la magia ante la pregunta: ¿una mosca tiene intencionalidad? Increíble, un mes haciéndote preguntas  y aquello jamás se te había ocurrido… Por suerte, en esta asignatura vale más un “no lo sé” que un silencio incómodo, y en este caso lo sé.
La crítica constructiva que pretendía mejorar mi ensayo se convierte en una discusión filosófica que concluye en cómo hacer el argumento más fuerte y en si encasillar a mi persona dentro de un ámbito conductista, funcionalista o emergentista… Mientras, mis profesores esperan ansiosos por saber a qué equipo decido unirme y reciben por respuesta mi “no lo sé”.
Sí, hacer un ensayo ha sido algo parecido a cuando mis padres me preguntaron: ¿ciencias o letras? Lo curioso es que en aquel momento decidí ciencias y ahora... ahora estudio filosofía y escribo estas cosas en un blog porque he decidido que un día como hoy, en el que uno desayuna 4 vasos de zumo de piña (la ansiedad provoca unas curiosas ganas de vomitar al introducir cualquier sólido en la boca) y almuerza boquerones fritos abiertos (creo que un principio los iban a hacer en vinagre y se arrepintieron), merece, por lo menos, que no empiece con Nietzsche hasta dentro de un par de horas.
Es así como concluyo mi aportación. Otro día hablo del Erasmus, que también es un tema muy entretenido.

Un saludo,
Cheshire Cat.