sábado, 20 de octubre de 2012

El por qué no se nos puede dejar solos (en tanto en cuanto locos, no en tanto en cuanto asociales... que también) Parte I: Heidegger

Transcribo una conversación real sobre los problemas de las relaciones sexuales. Discusión que se llevó a cabo en heideggeriano.
"- ¿Las locas del coño (tribu urbana conocida por todos, no me seáis) no son todas lesbianas?
- No. Todas las lesbianas son locas del coño, de alguna manera, aunque sea muy light, pero no todas las locas del coño son lesbianas
- Ajá, lo entiendo, la esencia del ser-lesbiana es ser loca del coño
- Sí, pero no sé cómo meter el papel de la tierra en esto
- Es el lugar donde se acuestan, porque los polvos lésbicos son muy místicos, ahí pasan muchas cosas. Los penes no dejan surgir el acontecimiento.
- Los penes... ¿Estorban? ¿ Son cosa? ¿Objeto-cosa?
- Inhiben. Son coseidad misma
- Objetividad coseidada y cadente. Decadente cuando han cumplido su finalidad. Como el martillo que se rompe
- ¿Pero el material queda ingerido o no por la obra? Depende de lo guarrilla que sea
- ¿El ser obra de arte es ser ente en cuanto a pollaca?
- Depende de la polla
- El dasein es la loqueidad del coño personificada. Proyecto para la beca de investigación"

Así es, señores, no tenemos coherencia, ni interna ni externa. Pero ya hacía falta poner por aquí una conversación real, de las que tenemos en cafetería 2 de cada 3 días, siempre y cuando nos hayamos tenido que leer algún texto en concreto.
Disfruten.
(Y, por favor, se ve claramente que el tono de la conversación es puramente bromista, que no se me vaya a ofender nadie)

Saludos.
Polilla

martes, 11 de septiembre de 2012

Pero yo es que no lo veo así


“Pero es que yo no lo veo así”. “Esa es tu opinión”. Las mencionadas, son las dos grandes frases que marcaran la vida de todo aquel que medianamente se dedique a la filosofía. ¡Y no sabéis lo muchísimo que me tocan la polla! Ahora todo el mundo tiene la jodida razón y son los más máximos putos amos de la filosofía. Pues os diré un secreto: no tenéis ni puta idea y cada vez que abrís la boca me hacéis replantearme la veracidad de las teorías de Darwin.

Ilustremos el porqué de mi frustración. Si yo le preguntara a, por ejemplo, un médico dónde está el fémur, el respondería que en el muslo y que es el hueso más largo del cuerpo humano. Pues bien, supongamos que soy un subnormal profundo, producto de un cordón umbilical liado al cuello que bloqueo la entrada de sangre al cerebro de forma irreparable, y digo que no. Mi respuesta es un rotundo no; el fémur no está en el muslo, esta en la cabeza y es un músculo. El muy apreciado médico me diría contradiría y demostraría que no tengo razón, porque él lo ha estudiado y LO SABE. “Pero es que yo no lo veo así”.

Creo que lo que intento expresar ha quedado medianamente claro. Si un individuo del mundo debate sobre filosofía y sus campos con una persona que SABE de filosofía y sus campos, te callas y asientes. Esa persona está especializada en eso.

“Pero es que nadie está en posesión de la verdad”  Claro, menos tú que si lo estás ¿no, campeón? Primero, la afirmación “nadie está en posesión de la verdad” se usa como una absoluta verdad, con lo que se invalida a sí misma. Segundo, si nadie está en posesión de la verdad, obviando el punto uno, ¿para qué cojones discutes, feto de mandril deficiente?

“Ea ya está pues tú tienes que tener razón siempre y no se te puede llevar la contraria”. Si se me puede llevar la contraria. De hecho ha pasado muy a menudo el que me tenga que quedar callado, pero ¿por qué? Pues porque quien lo ha hecho ha usado una cosa que se llama ARGUMENTACIÓN. Me dice que punto exacto y concreto no le cuadra de mi argumentación y, desde ese punto me contradice hasta que agacho las orejas. Por supuesto, sé que en cuanto tengo que darle la razón en algo estoy jodido y voy a tener que callar y tragar. Vosotros, excrementos mentales, no. Y aquí llega el punto clave en el que ya me quemo vivo. Un momento mágico en el que ya planteo acabar con el diálogo y emplear la violencia. La más maravillosa de las frases, el sumun de la retórica: “No, no. Si tienes razón. Pero es que yo no lo veo así”.

Así que, estimado lector, si eres filósofo jamás discutas con alguien que no tenga una mínima idea del tema. Si eres de los que no tienen ni puta idea, cállate. Pero claro, seguro que ahora llega algún listo y me dirá de toda que esta parrafada que “yo no lo veo así”.

Atentamente Escri

El test del filósofo

¿Cansado de test inútiles que no sirven para nada? ¿Harto de que la gente le llame loco? ¡He aquí la solución definitiva a todos sus problemas! (Pero primero cambie el registro de voz y deje de hablar como el de la teletienda, dice muy poco de usted que pase tantas horas viendo ese tipo de programas).

Con ese brevísimo test acerca de su aburrida y cotidiana vida, podrá conocer rápidamente su condición, o no, de filósofo. (No se preocupe si la respuesta es negativa, nosotros somos los primeros que se alegran de que la competencia no sea alta). 

Y como no puedo darle todo el trabajo hecho, adivine las respuestas, ¡libertad de interpretación!

Sin más demora, empecemos...


- Te cruzas con ese familiar/amigo cotilla que todos tenemos y te pregunta: ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?

a) Le sueltas un ostión. Los cotillas nunca te han caído del todo bien.
b) Le contestas que vienes de romper con tu novia/mujer y te dirijes al puticlub más cercano.
c) Te llevas las manos a la cabeza, gritas, todo el cuerpo te empieza a sudar y le suplicas que no vuelva a hacerte preguntas de tan elevado carácter metafísico.


- Una viejecita, de esas amigas de tu abuela a las que ves muy de vez  en cuando, se extraña cuando la saludas (ya que tú si la recuerdas a ella y haces gala de una educación ejemplar) y te pregunta: "¿Y tú quién eres, niño?".

a) Respondes, mientras tu cara se vuelve lúgubre y taciturna, que sigues sin conocerte, que ya nada importa. Acto seguido, simulas tener una calavera en tu mano e imitas a Hamlet con el Ser o no ser, he ahí la cuestión.
b) Contestas que eres el hijo de Dios enviado de nuevo a la Tierra y que ella ha sido elegida para acompañarle. Solo por el placer de ver su gesto en progresiva descomposición. (Evitar esta respuesta si la viejecita en cuestión lleva bastón).
c) Piensas que una diferencia de edad de 60 años es permisible para tener relaciones sexuales.


- Un señor, con una cara de preocupación que haría que la gente no se pelease por ir a comulgar, te pregunta: "¿Qué hora es?"

a) Respondes seriamente: "La misma que ayer a estás horas". ¿Por qué? Porque sí, porque tú siempre fuiste un graciosillo.
b) No contestas, tu escepticismo es tal que no estás completamente seguro de que la otra persona vaya a comprenderte tal y como quieres ser comprendido. Meditas sobre el tiempo, su ojos se pierden en el horizonte y dilucidas torpemente que ayer, hoy y mañana no son más que palabras.
c) Le sueltas una bofetada pensando que es un pedófilo que quiere secuestrarte y violarte varias veces.



Está bien, ya os ayudo un poco vagos. Solo hay tres perfiles posibles:

- Mente sucia
- Filósofo
- El trompeta/graciosillo



Atentamente,

Gueky


viernes, 7 de septiembre de 2012

El engendro

Por fin lo acabaste, después de ese tiempo que te ha parecido inabarcable, pero que no ha durado más de unos minutos, como mucho una hora. Sí, es cierto, seguramente la idea haya estado revoloteando en tu mente todo ese tiempo, sin coger forma, porque eso de la forma siempre fue ajeno a las ideas, aunque suene raro decir algo así en un lugar como éste. Alivio momentáneo, pasajera satisfacción cuando crees que has conseguido plasmar todo aquello que pretendías. Fugaz, como digo, pues se evapora con la relectura, motivo por el que personalmente las evito. En unos segundos, los que tu mirada tarde en posarse al inicio del texto, todo se ha descolocado, ha perdido el sentido y toda aquella estructura que tan bien dilucidabas en tu cabeza se ha esfumado. Tus frases pueden malinterpretarse, las palabras no son las adecuadas, fallan los matices, sientes que nadie va a comprenderte. Definitivamente esto no es lo tuyo.

Paralelamente a toda esta amalgama de posibilidades que se te escurren entre los dedos, como cuando eras niño y jugabas con la arena seca de la playa, sientes que te vacías sobre un papel. Lejos de ser pintor de delicada paleta y brocha fina, viertes el bote entero sobre el lienzo en blanco, salpicándolo todo y jugando a adivinar qué parte de tu vida acabas de derramar. Te esfuerzas en buscar un sentido a aquello que no lo tuvo cuando estaba dentro de ti, pero nada, sigues sin encontrárselo. Recuerdas, torpe y lejanamente, aquellas palabras que escuchaste, que ahora no contextualizas, pero que decían algo así como que lo que uno escribe es muy parecido a un hijo, siempre en sentido metafórico. Solo que te niegas a pensar que sea algo así, demasiado bonito, puesto que te es imposible desprenderte de la imagen de Frankenstein. Lo que acabas de escribir, de martillear a duras penas sobre unas doloridas teclas, es un pequeño engendro deforme del que reniegas, a la vez que lo quieres. No se puede renegar completamente de uno mismo, y sabes que ahí va una parte de ti, por insignificante que sea. 

Cansado, recostado a duras penas sobre la silla fetiche que usas para escribir, rodeado de todo ese ambiente que se supone que te inspira para hacerlo, desistes en el intento de seguir torturando a tu criatura con más frases que se perderán en el mar de la incertidumbre hermenéutica del lector. Apagas, decides emplear tu tiempo en algo mejor, aunque no puedes evitar dar a conocer tu nueva creación. Es tu manera, tu vago intento de llamar la atención para demostrar que todavía existes, que sientes y las pesadillas hacen que te incorpores de la cama alguna que otra noche. Ahora duerme, imagina el guión para mañana que no se cumplirá. Sueña, que los sueños sí que no podrán arrebatártelos.

Gueky.

martes, 17 de julio de 2012

Aquellos inocentes estudiantes out-going. Cap 3.

Capítulo 3: La terrible frontera.

Buenas tardes filósofos, filósofas y muggles (es una broma, aviso a los susceptibles),

Me prometí a mí misma no volver a escribir aquí, ya que soy consciente de que algunos profesores míos leen este blog, PERO ahora mismo necesito desahogarme.
Si antes despotricábamos sobre el Erasmus, ahora nos tiramos de los pelos. He pasado de estudiante out-going preparándose para el in-coming, a encontrarme en el justo límite. Estoy en la frontera exacta, sentada en la línea entre el irse y el llegar, ahora, amigos míos, soy estudiante out-going- in-coming (Morin se sentiría orgulloso de mí).
Después de conseguir organizar todas las asignaturas para que me las convalidaran, encajando créditos como piezas de tetris intercambiables:
Dado el teorema:
Para todo x e y, tal que x sea un crédito en la UGR,  y sea un crédito ECTS en WU, se da el caso que x=y, independientemente de la procedencia de x y de y.
De modo que:
Si tengo 5 asignaturas TRONCALES  españolas de seis créditos, entonces  convalido cada una de ellas por una de  5 ECTS y cada ECTS que me sobra de cada una de ellas lo sumo en una asignatura de 5 ECTS inexistente que convalido por otra troncal de 5 ECTS  austriaca. Y si te quieres coger alguna más como por ejemplo una asignatura llamada juegos del lenguaje de Lewis Carrol en Alicia en el país de las maravillas, la haces y eso lo convalidas por créditos sin denominación que nadie sabe exactamente qué son.
Pero en fin, esta es la parte fácil, vayamos al grano, después del trueque de créditos llega la verdadera odisea.
Acabados los exámenes (los cuales he pasado yendo y viniendo de secretaria de la facultad a la secretaría de relaciones internacionales, de RRIII a Mapfre y de Mapfre al banco y del banco a…) ya en el mes de Julio, de vacaciones, llegaba yo a mi casa después de una tarde de sol y playa y se me ocurre abrir el correo: Documento desde la universidad de Viena que tienen firmar en RRII en Granada notificando que mi nivel de alemán es suficiente para poder dar las clases successfully. Teniendo en cuenta que en la convocatoria se RECOMENDABA nivel A2 de alemán y que el mío en este momento es A1, sentí pánico y terror. Después de levantarme a las 6 de la mañana, coger un autobús a Granada, ir a CLM a recoger mi título A1,  y hacer una cola de 2 horas, resulta que la administrativa de la oficina de relaciones INTERNACIONALES NO SABE INGLÉS, gracias a lo cual mis OBJETIVAS traducciones lograron convencerla de que era apropiado firmar el documento, a lo que ella decide ponerme un sello, mandarme a mi facultad a que me den un código y volver a bajar para que ella firmase.
Cuando parecía que todo estaba solucionado, recibo otro correo desde la universidad de Viena agradeciéndome el que enviara el formulario y recomendándome asistir a un curso intensivo de alemán durante el mes de septiembre. El curso comienza el día 3, así que debería estar allí el día 2. Envío un correo a mi residencia preguntando si podría hacer un cambio en la reserva y cuanto me costaría hacerlo (con la intención de pensármelo durante lo que queda de mes de julio ya que debo confirmar en agosto si quiero o no hacer el curso). A lo que a la hora siguiente responden que se me confirma que ACABAN DE CAMBIAR LA RESERVA para el día 3 porque los fines de semana y festivos no está abierta la recepción. Pasado el periodo de dubitación acerca de si merece o no la pena reducir mis vacaciones de verano, ya que lo han decidido ellos por mí, escribo un correo al curso de deutsch avisando de que llegaría un día tarde, porque en caso contrario el domingo tendría que ir a un hotel.
Al día siguiente recibo un correo de Viena recordándoseme los horarios de apertura de la recepción de la residencia que por lo visto son de 9.00 a 12.00, no existiendo vuelos que lleguen a Viena antes de las 14.25. De modo que independientemente de que llegue el lunes o el domingo el destino me obliga a dormir en un hotel, al menos una noche antes de poder entrar en la residencia, así que ahora mismo acabo de enviar un e-mail a la oficina del curso de alemán avisando de que al final sí llego el día 3, y me dispongo a reservar una habitación de hotel y un vuelo para el día 2 de Septiembre.

Os iré informando de las novedades.
Un saludo,
Cheshire Cat.

martes, 26 de junio de 2012

Una hoja en blanco

          Aquí estamos, una vez más, tú y yo, frente a frente. Titánico coloso al que todos alguna vez nos hemos enfrentado, ignorantes esperanzados en conseguir tan solo atizarle un certero golpe que le haga tambalearse. Esperamos contra las cuerdas, cansados, rendidos ante la imposibilidad de conseguir dañarle lo más mínimo, aunque nos conformamos con pensar que le podremos ocasionar un pasajero rasguño. No tenemos nada que hacer, la batalla está perdida de antemano, y lo sabemos. 

            Sin embargo, ahí seguimos, delante de aquel papel en blanco, con un bolígrafo como única arma y la imaginación como fiel consejera, gran conocedora del peligro inminente. Entonces empiezas. Borras, tachas, piensas que es una tontería, que no tienes nada que decir y contemplas la posibilidad de arrugar el papel, como siempre deseaste hacer con muchos momentos de tu vida, y tirarlo a la papelera. Nunca nada ha sido tan sencillo. Vuelves a empezar. "Venga, seguro que puedes hacerlo, antes lo hacías" te dices, consciente de que te engañas, pues bien sabes que no es momento para escribir. No tienes ganas, no saldrá nada de esa mano que ha perdido el rostro al que acariciar cada noche. "¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué no puedo escribir?". Estas preguntas se van apoderando poco a poco de ti, y todo pierde el sentido, si es que alguna vez lo tuvo.  Entonces, cierras los ojos, te dejas llevar por la música que empieza a sonar en tu cabeza, en un vago intento introspectivo en el que confías encontrar dentro de  ti las respuestas que nunca tuviste, ni tendrás, a las preguntas que siempre te has hecho. Igual, con suerte, te percatas de que todo se reduce a eso, a que las cosas han perdido el sentido. "Pero, si nada tiene sentido, ¿para qué escribir? No merece la pena". Aunque ahí sigues, imperecedero luchador que confía en poder ordenar las cosas dentro de sí,  ciegamente ilusionado en que ello ayude a que las palabras se sitúen, como dormidas, suavemente sobre el papel en blanco. Pero no pasa, y empiezas a cansarte. Cierto aire melancólico, taciturno, se apodera de ti, comienza a correr por tu cuerpo llegando a lugares para ti desconocidos y, ahora sí, te percatas de que es mejor dejarlo, primero debes ordenar ese desordenado baúl que tienes por cabeza.

             Comienza una tarea tan o más difícil que la anterior, necesaria como pocas para que todo comience a ser como realmente quieres que sea, imprescindible para que las palabras vuelvan a fluir entre esos dedos que han recuperado las curvas de un cuerpo en el que perderse. O tal vez no, quizás tus manos necesitaban situar tu cuerpo, situarte a ti dentro del mundo, tener entre ellas el papel que te ha tocado interpretar, sabedoras de que es un guión en blanco que debes ir llenando con esas palabras que nunca te salieron, y estás seguro de que esta vez no será una excepción, cuando te enfrentas a una hoja en blanco.

             Vuelta a empezar.


Gueky

domingo, 17 de junio de 2012

Dicotomía

Esta va de definiciones, no sé si seguiré haciendo cosas parecidas, o si me cansaré de esto (advierto que es lo más probable). Me gustaría decir que mi musa (sí, una de esas tías griegas en bolas, maciza y con ganas de sexo) me ha inspirado en esta entrada, pero he de reconocer que fue Escri (que también tiene su puntillo, pero no es lo mismo). Así que esta va en honor a él y su constante intención (y deseo) de escribir algo así como un manual de filosofía para tontos (sí, sí, sí, los tontos sois vosotros, iros enterando. ¡Qué no vuelva a tener que repetirlo!).

Una dicotomía, como todo estudiante que de filosofía del lenguaje sabrá (esto es un farol, ninguno tenemos ni puta idea de lo que es, de hecho yo acabo de mirarlo en Wikipedia), designa un par de conceptos complementarios (como ya he dicho, es la definición que da la citada "enciclopedia"). Como soy consciente de vuestras dificultades y comprendo que procesar dos palabras como "concepto" y "complementario" dentro de una misma oración os cuesta, lo voy a hacer sencillito (a ver, para el de la última fila, "par" es eso que dices cuando lo echas a suertes y siempre pierdes porque ha salido un 1, 3, 5, 7 o 9, porque no tenemos más dedos en las manos). Vamos al lío (no, ese tipo de líos no, guarrillas). Y vuelvo a las preguntas, es que me gusta repetirme, ya lo sabéis los que me conocéis.

¿Mortadelo o filemón? ("A mí me gusta la que lleva aceitunas", anda y relee lo que acabo de escribir). ¿Bolígrafo azul o negro? ("Yo es que uso el rojo". Bien, veo que tu ceguera no es de tanto masturbarte). ¿Cómo conocí a vuestra madre o The Big Bang Theory? (La historia de mis hijos desperdigados por el mundo ya os la contaré otro día). ¿R2-D2 o C3PO? (Por vosotros, nuestros lectores más freaks). ¿Francés o griego? ("¿No se pueden los dos?" Sí, se pueden, pero no a la vez. Cuestiones de anatomía humana básica. Bipénicos abtenerse). ¿Frege o Russell? (Ésta sí va por vosotros filosofillos del lenguaje). ¿Durex o Control? (Sé que todos preferís no usarlos, pero no entraremos en la polémica). ¿Libro o película? (No intenten contestarlas quienes piensen que "A tres metros sobre el cielo" es literatura).

Y ya está, ahí me quedo con los ejemplos, no me apetece pensar más, que demasiado tiempo he empleado en tratar de explicarlo, aún a sabiendas de que llegados a este punto seguís sin entender algo.

Sin saludos ni mierdas,

Gueky.